Prevención consumo de alcohol en niños y adolescentes
Descripción del Evento
PREVENCIÓN CONSUMO DE ALCOHOL EN NIÑOS, ADOLESCENTES y JÓVENES
Los/las adolescentes, debido a las características propias de la edad, constituyen un segmento de población susceptible de desarrollar conductas de riesgo. El acceso a la información y el conocimiento es un reto de futuro para la educación y formación en hábitos saludables entre este segmento de población.
En relación con esta realidad es responsabilidad de todos los agentes implicados en el proceso de formación de nuestros jóvenes actuar y ser coherentes con sus expectativas de formación: la sociedad en general, el profesorado, padres y madres, e instituciones públicas y privadas debemos esforzarnos para colaborar en este proyecto vital que es el futuro de nuestros hijos e hijas.
Entre las conductas de riesgo llevadas a cabo por los jóvenes, se destacan: imprudencias en la seguridad vial, trastornos alimenticios, violencia, prácticas sexuales de riesgo, consumo de sustancias, absentismo escolar, conductas delictivas…
Poniendo la atención en el consumo de sustancias, así como en los riesgos que conlleva su práctica entre los jóvenes, cabe destacar la pronta edad de comienzo en España, situándose esta a los 13 años de edad según los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (2018).
Según el Observatorio Español de drogas y adicciones (2016), las drogas más consumidas por los jóvenes (14-18 años) son las legales (alcohol y tabaco), seguidas del cannabis y de los hipnosedantes con o sin receta médica.
En la actualidad, el consumo de alcohol entre los y las adolescentes supone un problema de gran envergadura debido, fundamentalmente, a la aceptación y normalización entre la sociedad, estando este tipo de consumo muy presente en el tiempo libre y en las relaciones sociales de los menores y jóvenes,
Según el Ministerio de Salud, Política Social e Igualdad, en España, son muchos los jóvenes y adolescentes que beben alcohol, iniciándose en su consumo, como se ha comentado, a edades muy tempranas. El riesgo para su salud física, mental y social, adquiere dimensiones preocupantes, siendo un claro predictor de una posible dependencia al alcohol en la edad adulta.
Las Encuestas Estatales sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES), también conocidas como Encuesta Escolar, dirigidas a estudiantes de 14 a 18 años, realizadas por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional de Drogas (DGPNSD), cuyos últimos datos publicados corresponden al año 2008, señalan que el alcohol sigue siendo la sustancia más consumida entre los jóvenes de estas edades.
En 2008, un 81,2% de los jóvenes declara haberlo consumido alguna vez en la vida, un 72,9% durante los doce meses previos a la encuesta, un 58,5% durante los treinta días previos a la misma, y 29,1% haberse emborrachado en los últimos 30 días
Evolutivamente hablando, esta es la época en la cual las personas son más vulnerables frente a las conductas de riesgo, por su propia condición biológica, psicológica y social.
La adolescencia representa, así, un momento crucial para prevenir, debido a los numerosos cambios físicos, psíquicos y socio-relacionales que le hacen pasar por momentos de crisis personal, unido a un alejamiento del “mundo adulto” y un deseo de trasgredir la norma o ir en contra de lo socialmente establecido. Dentro de todo esto, aparece un deseo por experimentar nuevas sensaciones y por llevar a cabo conductas de riesgo que le pueda dar notoriedad dentro del grupo de iguales, facilite su proceso de identidad y le sirvan para divertirse.
Aún así, aunque la adolescencia sea un momento crucial para prevenir, no hay que perder de vista que la prevención, debería realizarse a edades tempranas para reducir las situaciones de riesgo que puedan surgir en la adolescencia, ya que los comportamientos conflictivos tempranos pueden ser predictivos de conductas problemáticas en la juventud, como puede ser entre ellas el consumo de alcohol.
¿Por qué los menores, jóvenes y adolescentes consumen?
Resulta competencia de madres, padres, tutores, educadores y de la sociedad en general, actuar ante este problema, siendo fundamental conocer en primer lugar las causas que llevan a los menores y jóvenes al consumo:
-Facilita el proceso de identificación: Mediante el acceso a todo lo relacionado con las sustancias, se adquiere una identidad propia que es reforzada constantemente por la valoración del entorno.
-Facilita la transgresión: Algunas veces, consumir drogas o cualquier otra conducta de riesgo, va asociada normalmente a romper una prohibición, una norma o un mandato (no fumes, conduce con prudencia, utiliza el casco, no vuelvas tarde a casa, etc.), cumple también múltiples funciones evolutivas.
– Aporta la búsqueda de nuevas sensaciones: El consumo de drogas le permite experimentar muchas cosas, algo que en su nueva forma de pensar es fundamental, y a su vez, utilizarla junto a otras actividades que ya de por sí son fuente de experimentación: el sexo, salir de noche, la velocidad, etc.
– Posibilita la diversión: En la cultura actual se sobrevalora el tiempo libre y sobre todo la diversión. El mensaje que reciben es siempre “pásatelo en grande”. Esto provoca que los y las adolescentes valoren mucho la diversión, que se convierte también en el gran espacio de socialización.
En esta labor de apoyo tiene un papel importantísimo la familia. La familia, generalmente, se constituye como primer entorno de socialización de la persona, es la principal trasmisora de valores, hábitos, estilos de vida y comportamiento y las peculiaridades de ésta hacen que el y la menor posean más factores de riesgo o más factores de protección que serán determinantes en un futuro.
Las amistades, la escuela y el entorno comunitario también van a ser importantes en la evolución de la persona menor. Es necesario potenciar las actividades preventivas dentro de la familia, escuela y entorno comunitario para reducir los riesgos que les rodean.
PERFIL DEL/LA ADOLESCENTE CONSUMIDOR/A
El perfil de los nuevos consumidores adolescentes presenta las siguientes peculiaridades:
- Sujetos que se inician en el consumo de drogas a edades tempranas.
- Adolescentes más o menos estructurados que realizan alguna actividad normalizada (estudian o trabajan).
- Conviven y dependen de su familia.
- Realizan un uso social de las sustancias.
- Consumo íntimamente ligado a sus contextos de ocio, a su manera de divertirse y al grupo.
- Consumo centrado en el fin de semana que busca acompañar y ampliar sus actividades recreativas en este período de tiempo (más vitalidad, “más marcha” y/o mayores alteraciones perceptivas), para una vez pasado este espacio de tiempo, retornar a sus actividades rutinarias entre semana, a sus estudios y/o a su trabajo.
- Mayoría de policonsumidores; consumo simultáneo de varias drogas, pero sobre todo de alcohol, cannabis, y/o estimulantes (drogas de síntesis y cocaína (los menos) y también consumos minoritarios de ácidos.
. • Percepción de control al tratarse de un uso centrado en el fin de semana y no diario. Piensan que esta pauta de consumo no genera dependencia y la percepción de otro tipo de riesgos es muy baja.
- Percepción del uso de drogas como masivo y algo muy extendido en su generación (todos los chicos/as toman algo cuando salen los “findes”), lo cual autojustifica su propio consumo.
TIPOS DE CONSUMO:
Aunque se han reflejado unos patrones generales que parecen estar bastante extendidos en parte de nuestros adolescentes, es importante insistir en que hay muchos tipos de adolescentes y que por tanto tienen diferentes formas de aproximarse a los usos de drogas.
Esta disparidad genera situaciones muy diferentes, tanto en las sustancias y cantidades consumidas, como en cuanto a las motivaciones verbalizadas que los propios menores expresan para usar las diferentes sustancias.
Nos encontramos así con:
Grupo A. Menores abstemios o consumidores moderados: Son menores que no consumen o son consumidores moderados de alcohol y tabaco los fines de semana en los contextos lúdicos.
Grupo B. Menores consumidores abusivos de alcohol los fines de semana: Se trata de una de las primeras conductas abusivas y una de las más frecuentes actualmente en algunos sectores de adolescentes. A lo largo de la semana no se consume prácticamente nada de alcohol, pero llega el viernes y el sábado y el consumo se dispara, buscando intencionadamente alcanzar la embriaguez.
Grupo C. Menores bebedores abusivos de alcohol los fines de semana, incluyendo consumo de hachís Se trata del mismo patrón de consumo anterior pero se incorpora una droga ilegal al consumo de alcohol y tabaco, el hachís. Este patrón de consumo está en alza y es practicado por un porcentaje elevado de menores, constatándose una estrecha asociación entre el consumo de alcohol, tabaco y cánnabis, de modo que el uso de cualquiera de estas sustancias implica una alta probabilidad de consumo de las restantes.
Grupo D. Menores consumidores de alcohol, hachís más consumos esporádicos de otras sustancias: partiendo de la situación anterior, puede producirse el contacto con alguna otra droga, con una intención marcadamente experimental. Suelen ser menores consumidores de alcohol, hachís como drogas de inicio, donde se puede hablar de un abuso claro en relación con las cantidades y las frecuencias de consumo. Además, consumen pastillas algunos fines de semana y en algunas ocasiones cocaína y/o ácidos como complemento de sus actividades lúdicas.
Grupo E. Menores con un consumo avanzado de drogas: Realizan un consumo sistemático de diferentes sustancias todos los fines de semana y en algunos casos también entre semana, sobre todo de cánnabis, que se incorpora a la vida cotidiana del menor entre semana sin la percepción de que este consumo pueda interferir en sus actividades diarias.
Pautas para detectar el consumo de alcohol u otras sustancias.
Resulta fundamental, conocer los signos que anuncian el consumo y la presencia de sustancias en la vida de los y las adolescentes.
En muchas ocasiones, el conocimiento de estas señales provoca temor en madres y padres, por lo que se hace preciso insistir en la correcta consideración de las mismas para que sean tomadas como signos reales de consumo. Sólo se van a tener en cuenta cuando varios de estos signos aparecen juntos y cuando su presencia contribuye al desajuste del estilo de vida de los menores y adolescentes:
Estos signos de consumo serían, principalmente:
-Consumo de sustancias en público: es bastante probable que si una persona menor consume sustancias en presencia de otras adultas, esté tratando de exhibir ese comportamiento y esté buscando algún tipo de respuesta por parte de éstas. También puede tratarse de un comportamiento de consumo tan consolidado que se realiza por no disponer de suficientes estrategias de control frente a la sustancia objeto de su consumo.
-Estar bajo los efectos de alguna sustancia: La presencia de olor a alcohol o el característico aliento a tabaco, las pupilas excesivamente dilatadas o contraídas, el enrojecimiento, hinchazón o irritación de los ojos, así como una evidente rigidez muscular o movimientos espasmódicos, son señales fisiológicas que pueden anunciar el consumo de alguna sustancia psicoactiva.
-Disponer de drogas o útiles de consumo: Es bastante habitual que nieguen que se trata de algo suyo y más bien suelen responsabilizar a algún amigo o amiga. En todo caso, disponer de drogas, ya sean propias o de otras personas, sitúa a la persona cerca del consumo, lo que es una cuestión a tratar.
-Consecuencias agudas: a presencia de ciertas señales, tales como el frecuente sangrado de la nariz, un exceso de mucosidad nasal (rinorrea), el bruxismo (chirriado de dientes) o la rigidez de la mandíbula, pueden ir relacionadas con el consumo de sustancias. Así mismo, cierto tipo de psicosis, ideas paranoides, recurrentes,… pueden presentarse como consecuencias del consumo.
-Disponer de objetos valiosos: si repentinamente comienza a disponer de objetos valiosos o de abundante dinero cuya procedencia es desconocida. Esto puede estar relacionado con la forma de financiarse el consumo.
-Ausencia de objetos valiosos: el mismo modo, el observar la falta de objetos de cierto valor en el ámbito más próximo, pueden estar también en consonancia con el consumo de sustancias.
-Agresividad o falta de respeto continuado a las normas: Si bien esto puede tener que ver con las características propias de la adolescencia, la agresividad excesiva o el reiterado cuestionamiento de las normas, unido a otras variables, deben ser analizadas por si fueran signos de consumo.
-Relación con amigos que consumen sustancias: El cambio de amistades o el aumento de frecuencia de salidas con personas diferentes a las habituales, cuyo consumo es conocido, pueden denotar que esa persona esté interesada en el consumo.
-Dificultades para mantener hábitos diarios: Las dificultades para mantener los hábitos cotidianos pueden ser señales que advierten de la presencia de consumos de sustancias. Hábitos como el sueño, la alimentación, la higiene, etc.
-Aumento de la frecuencia e intensidad de las mentiras: Habitualmente están referidas a cuestiones relacionadas con las salidas, las personas con las que ha estado, las actividades que realiza, o con cuestiones relacionadas con el gasto de dinero.
-Estado de ánimo alterado: Cambios bruscos y extremos del estado de ánimo, habitualmente relacionados con el consumo o abstinencia de sustancias. Estas fluctuaciones no deben ser confundidas con las que habitualmente se presentan en la adolescencia.
No obstante, es de gran importancia tener en cuenta que algunos de estos signos pueden ser habituales en ciertos momentos de la vida adolescente y que sólo evaluándolos con cierta objetividad, exenta de ansiedad, puede determinarse si una persona está cercana al consumo de sustancias.